La semana pasada me quejaba, un poco en modo gruñón, de que no podíamos dejarnos llevar por la distopía (si os apetece leer una reflexión más acertada que la mía pasaros por Mundos de leyendas).

Porque bastante jodida está ya la cosa para que encima vayamos nosotros, escritores oscuros y abatidos, y nos encarguemos de echar más leña al fuego.

Y esta semana no iba por mejores derroteros.

Quizá, por tampoco empezar demasiado fuerte, no me voy a parar en las noticias distópicas de la semana (aunque me gustaría saber de que hablan Le Pen y Trump. Hay contradicciones en esa relación diplomática).

Ni voy a hacer una análisis sociocultural que relacione el tiempo invernal (que ha llegado en primavera) con mi estado anímico (que es tan lineal como siempre). No.

Solo un pequeñísimo apunte de lo acaecido durante estos últimos siete días.

Me sumo al voto de que la cultura debería ser gratuita, que debería ser de acceso público, igual que los servicios de policías, bomberos y medicina de la seguridad social, pero mira tú por dónde, a toda esta gente le paga el estado.

Así que si al gobierno se le pasa por la cabeza sacar unas oposiciones para escritor (para garantizar la cultura gratis, por ejemplo), ya que parece que descargarse un libro pirata no puede considerarse delito, que me cuenten algunos puntillos para la “opo”.

Si queréis saber porque el detector de ironía está al rojo vivo, pasaros por el blog de Ana González (y los de el resto de compañeros que se sumaron bajo el lema #escribiresmitrabajo: Jaume Vicent, David Olier, Jen Moraz, Rafa de la Rosa y otros tantos) y luego me contáis.

giphy-14Venga va, que me enervo.

En realidad venía a hablar de otra cosa, aunque quizá todo tiene su nexo de unión. Sí, pensándolo bien:

¿Qué puede llevar a una persona a robar el trabajo de otro y pensar que es normal?

Se me ocurren muchas respuestas políticamente poco correctas, pero tratemos de mantener la calma.

Vivimos en el país de la picaresca, eso lo sabemos todos, ¿pero dónde acaba lo pícaro para convertirse en falta de respeto al prójimo?¿Quién marca esos límites? ¿La ley? ¿El sentido común? ¿La ética? Todo muy etéreo, porque esta basado en la interpretación personal (sí, incluso la ley, lo podemos ver todos los días en la tele).

Parece que no hay una forma clara de determinar dónde está la delgada línea roja…¿quizá la educación?

¿Pero de dónde parte la educación, sino de las personas?

Esta pregunta me lleva al suceso de la semana y que se sale de la linea distópica.

Este fin de semana, en Madrid, se han celebrado las JJGA. Un encuentro para poner en común cómo el juego puede ayudar a la mejora en la educación. Y adivinad qué, el lugar estaba lleno de profesores. Sí, ese colectivo mal pagado y, por ende, poco importante (dentro de nuestra cultura de la picaresca), que se encarga de que nuestros hijos (las generaciones futuras), sean gente de bien.

No voy a entrar a valorar el impacto del evento, porque no soy el indicado, pero si puedo decir que me quedé impresionado. Gratamente.

Los profesores son esos señores y señoras que se ponen delante de un montón de chavales e intentan enseñarles como va la cosa esa de la vida. Bueno, hay de todo en la viña del señor (aún recuerdo a alguno de mis amados profesores de universidad y sus lecturas recomendadas). Pero los que vi el fin de semana eran de esos que creen que siempre se puede hacer más por el futuro. Y eso no tiene nada de distópico, ¡mira tú qué bien!

Hubo un caso concreto que me dejó con la boca abierta (recordad que mi nivel emocional es el de un ladrillo). La charla de Óscar Recio, un tipo salido de un concierto de Fito, que es interino en un colegio de Asturias (manda cojones) y que me dio (o creo que nos dio a todos los que estábamos en la sala) una lección sobre el país en el que vivimos.

No voy a entrar en detalles de la charla porque seguramente me quedaría muy lejos de describir lo que paso en realidad. Pero si voy a quedarme con la frase (que al parecer es de Einstein) que para mi, desde ahora, lleva bigote rockero y gorra negra:

El aprendizaje es experiencia. Todo lo demás es información

La charla, a parte de otras muchas cosas, rondó entorno a ese concepto. Después de que acabaran las jornadas, y después de dormir y tomarme un buen café, las palabras seguían resonando en mi cabeza. “Joder, cuanta razón. Y el tío es interino en un pueblo de Asturias, no está en el Liceo Francés.”

¿Qué pasa cuando le explicas a un chaval por qué es mala la piratería?

Que es probable que te diga que su padre se bajó el otro día la peli de Logan y que le gustó mucho.

¿Y qué pasaría si a ese mismo chaval le propusieses que escribiese sobre lo que le ha parecido la película? ¿Y luego le dijeses si cambiaría algo?

giphy-15“Escríbelo también, hijo”

Igual te manda a la mierda, no digo que no, pero quizá le guste eso de que su imaginación pueda modificar algo tan importante como una película sobre Lobezno. 

Quizá si ese chico (o chica) tuviese un profesor como Óscar, que le obligase a hacer cosas y no a tan solo memorizar o aprender porque sí (muy fan del mínimo común denominador), es probable que se diese cuenta de que las cosas llevan trabajo y que eso cuesta tiempo y esfuerzo (más adelante igual se puede introducir el concepto de dinero).

Quizá si a ese mismo chaval, que ha escrito su sinopsis o incluso la mejora del guión (porque a imaginación nadie le gana a alguien de siete años), le dices que ahora va a venir un señor, se va a llevar lo que ha escrito y se lo va a quedar (y sin nada a cambio), igual te dice que lo de la cultura gratuita cuéntaselo a otro.

Igual hasta piensa que alguien escribió el guión y hay que pagarle. (Eso sería muy top)

¿Cuando hablamos de educación de qué hablamos en realidad?

Creo que para mí es algo que tiene mucho que ver con la forma en la que miro alrededor, a otros como yo, diferentes todos, pero que sin embargo comparten el mismo terreno de juego.

Cuando decido que puedo pasar la línea roja que separa mi terreno del de mi vecino, ¿qué me avala?

Solo mi capacidad para hacerle entender que va a ser bueno para ambos y para el resto que nos rodean.

giphy-16Aunque se va a pensar que es picaresca. No le culpo

No hay necesidad de explicarles a las generaciones del futuro que jugar en el tablero de la vida no es sencillo (porque pueden tener todo con un solo click), no hay necesidad de explicarle a nadie que el trabajo de otros es igual de importante que el propio (porque eso no me da de comer) y, sobre todo, no hay necesidad de cambiar la forma en la que explicamos el funcionamiento del mundo, decir que es una mierda ya es argumento suficiente (y de peso).

No hacen falta personas como las que se dieron cita en las JJGA, ¿por qué?

¡Porque vivimos en una distopía! ¿No os acordabais?

Mientras os resituáis en el mundo real, acordaos que si venís de visita es porque después cumplis con vuestro trabajo ¿eh?

¡Nunca dejéis de escribir!

PD: el otro evento semanal que me ha hecho olvidarme de la distopía es el descubrimiento del juego de rol y tablero llamado Faith. Con una cantidad importante de desgracia galáctica, pero, ¡peeeeeeeeero! han creado una raza que cree que la unión hace la fuerza   (y, no, no son los humanos).

Si incluso en el rol futurista existe esta opción ¡AÚN HAY ESPERANZA!

2 comentarios en “Cuando la realidad gana a la ficción (pero por poco)

  1. Un tema algo controvertido donde no me importa hacer de abogado del diablo.

    Hace mucho tiempo que desde los círculos de desarrolladores de contenido se denuncian estas prácticas, pero a mi parecer los intermediarios, que no son capaces de innovar, son los que fomentan el miedo a este mal llamado piratería.

    Desde mi punto de vista, aparte de educación, se debe facilitar al usuario el acceso a los contenidos. Plataformas como steam en el ámbito de los videojuegos o netflix en series y películas han demostrado que hay alternativas lucrativas a la piratería por parte de los creadores, con modelos de negocios tan sencillos como pulsar un par de clics. Curiosamente son plataformas con listas muy similares a las páginas de descargas.

    Quizás el problema es encontrar esa fórmula que facilite al usuario la compra. Los libros digitales requieren de un ebook para leer con comodidad y cada fabricante está tirando para su casa (por si acaso su modelo de negocio cuela y se forran), en vez de pensar en un futuro común en el que toda la comunidad literaria gane. Amazon está liderando las ventas de libros digitales, aunque no me guste al completo su formato.

    Hay gente que piratea todo lo que puede y en su vida comprará nada. Este tipo de personas no es una venta ni una perdida si fuera imposible piratear un producto en concreto. Luego hay gente que conoce productos por la piratería, bien sea por no confiar en alguien desconocido o por no poder económicamente en ese momento, y en el futuro se convierten en compradores.

    Lo que sí veo mal es que páginas de descargas ilegales se lucren, con la publicidad invasiva, de los contenidos de otros. Pero por esa propia publicidad invasiva es por lo que hay gente que prefiere netflix o steam. He visto que la mayoría de blogs que has compartido denuncian estas páginas.

    Un saludo.

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    1. Gracias por pasarte y comentar.

      No dices nada descabellado, ni especialmente controvertido. La aparición de plataformas como Netflix o Steam (de la que soy muy asiduo) son un soplo de aire fresco por la forma en que permiten que el usuario encuentre contenidos de buena relación calidad precio y de forma asequible. Pero no veo donde está la relación de una plataforma bien llevada (y legal) y una plataforma que utiliza materiales o contenidos para los que no está autorizada. Si Steam subiese juegos y se lucrase sin conocimiento de los autores, yo sería el primero en quitar la plataforma de mi ordenador.
      Entiendo que la piratería es algo que no desaparecerá nunca, porque es naturaleza humana, y comparto tu opinión al respecto de que hay gente que conoce contenidos por estos medios y luego es comprador (no creo que sea un caso especialmente común en nuestro país), pero sigo sin comprender cómo se puede justificar la piratería (que es tan sencillo como obtener contenido de forma ilegal) por falta de innovación o por no adaptarse al consumidor. No creo que nadie deba pedir a un escritor (o cualquier otro oficio que genere contenido) a que su libro sea de acceso público (más que nada porque es contenido que él mismo a creado) y si decide publicarlo, creo que mientras no existan leyes culturales al respecto, la decisión de obtener dinero con él o no, también es suya, no del público ni de la comunidad. Creo que es un tema de perspectivas, pero me gusta ver opiniones diferentes (y coherentes)

      Gracias por la visita

      Un saludo

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