Un año más viejo, un año más sabio. Meeeeeeh (Onomatopeya que ha sustituido al Bah)

Digamos que no me siento más viejo, ni más sabio, pero sí noto una ligera sensación de tranquilidad, como si algunas puertas que se han abierto dieran paso a un remanso, tipo pradera con río y montañas al fondo, en el que poder pasarse una tarde contemplando las formas de las nubes.

Un poco de mí mismo:

Soy un tipo tranquilo de base, una especie de balsa de sentimientos. Me es muy difícil emocionarme, pero también es complicado que algo me supere. No es una personalidad muy apasionante, lo sé. Pero sí me ha servido, en este año lleno de escritura a mansalva, para pararme a pensar en algunas cosas importantes, para las que no había tenido tiempo o que no había encontrado la forma de acometer.

Casualidades de la vida, coincide que mi día de publicación es el martes y éste mismo, 28 de Febrero, me caen 36 castañas (mi año no era bisiesto que ya os veo las caras). Y me parecía un momento magnífico para compartir diez de las cosas que he aprendido durante estos últimos 365 días.

AVISO: la vida tiene la importancia que queramos darle, pero sin humor no es nada. Así que no seáis muy duros conmigo.

1. Escribir significa pasar mucho tiempo delante de una pantalla.

A ver, esta me la olía, pero confirmarlo es otro tema. No ayuda vivir en 2017, en compañía de Twitter, Facebook, Snapchat, Instagram, Pinterest, Goodreads…(lista interminable de redes sociales). Ni tampoco la cantidad de blogs que hay por ahí. Además, para suerte de la gente analógica (yo soy muy de esos), el ebook empieza a confirmarse como una plataforma alternativa al libro en papel.

Todo esto significa, que si quieres ser escritor (pero en serio, no de los de “cualquiera puede escribir una novela”) te vas a pasar horas, días y semanas delante de una pantalla.

giphyComo prueba quedan mis dioptrías y la miopía galopante. Y quizá que mi procastinación me lleva por la senda de los videojuegos…

2. Soy un «viejoven».

Tiene que ir de la mano de la primera, por su propio peso.

Empiezo a entrar en esa época en la que algunas cosas empiezan a parecerme poco útiles (cada vez que me miro al espejo mi padre se aparece ante mí y me llevo unos sustos). El problema de todo esto es que muchas son casi imprescindibles (y de utilidad suprema), pero me cuesta horrores integrarlas en mi vida.

Sin embargo hay aspectos de la nueva vida “en la nube” a las que me he adaptado con suma facilidad y en las que me siento como un pez en el agua.

giphyYou Know what I mean

3. La libertad la da la capacidad de decisión sobre el tiempo disponible.

Esto parte de una especie de consenso a la que he llegado junto a mi pareja, y que debe de ser un rara avis en su especie.

Puedes disponer de todo el tiempo del mundo, pero tu sensación de libertad dependerá, en su totalidad, del nivel de decisión que tengas sobre ese tiempo. Esto es independiente a la forma de ser de cada uno. Da igual que seas el más social del mundo o un ermitaño confeso. Siempre habrá decisiones que no dependan al cien por cien de ti.

Píensalo. Ir a comprar comida no depende de ti, depende de la capacidad de tu frigorífico de retener la comida.

La habilidad para convertir ese tipo de decisiones en dependientes de uno mismo os va a garantizar ese sentido de libertad. 

giphyBueno, paso a la siguiente que la lavadora está pitando ya…

4. Organizarse es la madre de la ciencia. (Rima más paciencia, pero en fin…)

Si cuento las horas de momentos de transición, esos en los que uno se limita a pulular sin sentido alguno, es probable que me salgan días.

Mi experiencia, sobre todo laboral, me ha obligado a tener muy claro que tener una lista de cosas por hacer es bastante útil si se quiere disponer de algo de tiempo libre. (Y no, no he trabajado en Accenture, pero casi).

Igual piensas que ser escritor implica muchos momentos de transición, y es probable que estés dando en el clavo. ¡Pues llénalos! Corre, haz pesas, sal a dar un paseo o, mira, ¡lee!

giphyHazlo o sentirás que tu vida es justo lo que el resto piensan que es

5. Hay que llegar a un trato con Procastino IV (rey del tiempo perdido).

Es inevitable, ¿vale?. Pasará una mosca, quizá no hoy ni mañana, pero pasará. Y te maravillará su movimiento caótico y físicamente improbable. Dos horas más tarde el cursor del procesador de texto que uses estará en el mismo punto que lo dejaste. Es así y punto. ¡Ponle freno!

Lo más sencillo es poner excusas (de hecho es muy fácil porque estás solo en casa). Así que analiza tus objetivos y llega a un acuerdo contigo mismo. No hay secreto para lidiar con Procastino (aunque sí artículos muy buenos). Así que aunque solo puedas llegar a un tratado de no agresión, no dejes pasar la oportunidad.

giphyEn fin, la vida…

6. Buscar ayuda no es de débiles e incompetentes.

Sí. Esto lo he aprendido con 35 añazos. Ni más ni menos.

Siempre he pensado que cuando se pide un favor hay que estar en disposición de poder devolverlo, aunque eso implique reconocer los propios errores. Y mira tú por donde, no debo ser el primero, ni el último que piensa así. Hay un montón de gente por ahí con ganas de echarte un cable y tarde o temprano podrás devolver el favor con un comentario, con una reseña o con un retuit (o comprando uno de sus libros).

giphyUn gracias también vale

7. No todos tenemos alma de escritor.

En su momento pensaba que cada persona tenía un escritor dentro, de más o menos calidad. Una especie de diablillo (benigno) queriendo salir para poder expresarse. Que todo el mundo ansiaba contarle al mundo su versión de los hechos (si otra de esas cosas que he tardado en comprender, lo siento). No he tenido que estar mucho tiempo en este mundillo para ver que es como todos los demás, siempre hay gente que lo ve como un medio.

¡Ojo! No digo que me parezca mal, cada uno que haga lo que crea conveniente. Pero si decepciona a la parte de mí que sigue creyendo que un escritor, con alma, es aquel que está continuamente buscando nuevas formas de comunicarse con su entorno, intentando mejorar su capacidad de expresión y creando una comunidad para que otros, que quizá no lo tengan tan fácil, puedan tener esa misma oportunidad. Pues no. Hay gente que solo quiere vender libros. ¡Oye, y olé ellos! Pero he aprendido que esto es más un negocio, que un tema vocacional. (Con honrosas excepciones).

giphyUna imagen vale más que…

Y esto me lleva a las cosas, menos graciosas, que he aprendido.

8. Estamos a mucha distancia (y esfuerzo) de entendernos.

No es que lo haya aprendido durante este año, pero se han dado una serie de circunstancias que han confirmado el asunto.

No hace mucho que Rafa de la Rosa componía un magnífico post sobre los personajes LGBT y su necesidad para el mundo literario (y para la sociedad en general). Qué duda cabe que es un debate complejo y controvertido en estos días. Y qué duda cabe que eso nos clasifica como especie poco tolerante. La tolerancia no puede partir de palabras como normalización (donde normal=bien, anormal=mal), si no que tiene que partir del entendimiento.

Lo peor es que ahora parece que lo que tenemos que comprender del mundo tiene que cuadrar con lo que nosotros entendemos. Y eso no puede funcionar nunca así.

Primero hay que hablar con uno mismo, llegar a la conclusión de que nuestra ética y valores son solo eso, nuestra propia visión del cuadro, no el lienzo por el que el resto del mundo se tenga que guiar. Darse cuenta de que hay muy pocas leyes “naturales” que son correctas (no hacer daño a nadie, echar un cable y poco más).

El post de Rafa es solo un ejemplo de lo que nos cuesta ponernos en el lugar de otros. Y de lo fácil que nos resulta echar mierda a los demás. (Y si no pensemos en Trump, el Brexit, lo que pasa en Oriente medio o África, la corrupción y otras mil cosas más…)

giphyPues eso…

9. La cultura es un reflejo del punto 8.

Ahora es todo distopía, apocalipsis y cuadros negros (que se venden por millones de dólares) que simbolizan el futuro, y tenemos motivos para que sea así. Pero volviendo al post de Rafa (perdona que te usurpe a este nivel, compi), a un comentario que hacía una chica que rezaba algo así como: “¿Si no es en la ficción donde cambiamos las cosas, dónde será?”.

Vivimos en momentos tensos (aunque privilegiado en mi caso, que me puedo dedicar a escribir sobre ello), pienso incluso que determinantes para las generaciones futuras. Y la cultura está reflejando ese mismo pesimismo que nos llevará a que todo eso sobre lo que escribimos termine por ser realidad.

Porque es la propia cultura, la expresión de las ideas, la que lleva a los grandes cambios.

giphyAsí lo veo yo en mi cabeza

10. Hay que poner un granito de arena.

Y aquí me voy a reducir hasta el micromundo literario.

Yo no decidí que sería escritor por cambiar el mundo (eso se llama megalomanía). Lo hice porque quería contar mi versión de los hechos y, más tarde, porque quería expresar mi punto de vista sobre lo que estaba por venir (es uno de los motivos por el que escribo ciencia ficción).

Ahora digo que es mi forma de poner un granito de arena.

El otro día un amigo me decía que la comunidad de escritores en la que me encuentro es muy simpática. Y es verdad. Creo que es una consecuencia lógica de encontrar personas con inquietudes parecidas. Gente con ganas de intentar entenderse y ayudarse, ¿por qué no?

¿Por qué es más sencillo que ése sea peor que yo?

¿Por qué no lo es pensar que ése y yo podemos conseguir grandes cosas juntos?

¿Por qué no alegrarse porque a ése, y no a mí, le vaya bien?

Porque criticamos eso mismo. Leo reviews en las que se pone a caer de un burro al autor o críticas destructivas por el simple placer de pensar: “¿cómo puede ése ganar más dinero, o ser más famoso que yo?. Parece que si no vas en ese linea no estás siguiendo la senda correcta. El mundo no es justo, ni lo será nunca (eso es utopía y no está de moda). Son las reglas del juego.

Aunque no puedo dejar de pensar que quizá sería más sencillo dar un apretón de manos y un enhorabuena.

giphyQuizá nos iría mejor así.

Pero supongo que peco de optimista o incluso de bisoño. Me gusta ser así y expresar a través de mis ideas lo que me gustaría pensar que será el mundo que dejaremos a los que vengan detrás.

Así que…

¡Nunca dejaré de escribir!

6 comentarios en “10 cosas que he aprendido mientras cumplía un año más

  1. ¡Feliz cumpleaños! Estoy muy de acuerdo con muchos de los puntos. Sobre todo con el de aprovechar los tiempos muertos que se nos quedan y con lo de no procrastinar (ay, si lo hubiese aprendido antes).

    Muchas gracias también por mencionar mi post, no me lo esperaba aquí en medio 😛

    ¡Un abrazo!

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    1. ¡Gracias Rafa!
      Y un honor tenerte por aquí.

      La procastinación debería aparecer en el prospecto de síntomas del escritor, pero a nadie se le ha ocurrido hacer uno (de momento).

      Tu post encajaba tan bien con lo que pienso sobre algunos temas que no podía dejarlo pasar (aunque prefiera darle un toque de humor, por no cabrearme demasiado).

      Gracias por la visita.

      Un abrazo.

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